Valladolid desaparecido: parte III
A medida que las ciudades prosperan hay retazos de sus construcciones que pasan a formar parte de su historia. En algunos casos desaparecen o quedan pequeños vestigios, como en el caso de la Colegiata de Santa María la Mayor o la estación de San Bartolomé.
Hoy nuestra entrada sobre el Valladolid desaparecido se centra en las murallas y puertas de Valladolid, y es que la ciudad tuvo hasta tres murallas de las que hoy en día aún quedan algunos restos.
La primera muralla se construyó de la mano del Conde Pedro Ansúrez, entre los años 1074 y 1100. Bajo su protección se encontraban las dos únicas Iglesias del momento, la de San Julián y la de San Pelayo. Partía del Alcázar, lo que hoy conocemos como San Benito, seguía hasta la plaza del Viejo Coso, la Corredera de San Pablo, lo que hoy es el teatro Calderón, la plaza de Cantarranas y hasta la calle Francisco Zarandona, cerrando el círculo hasta el Alcázar. A la villa se podía acceder mediante ocho puertas, entre las que destacaban la puerta de Nuestra Señora, que se encontraba frente al convento de San Agustín con la imagen de la Virgen de San Lorenzo; la puerta de la Peñolería, frente a la calle de Esgueva; la puerta de los Baños aparecía en la calle de las Damas o la puerta de la Peletería, en el frente meridional.
La población fue aumentando, y con ello el número de edificios, por lo que era necesario la ampliación de la muralla. A finales del siglo XIII y bajo el reinado de Fernando IV el Emplazado, se construyó la segunda muralla vallisoletana. El recinto cercaba Iglesias como la de San Nicolás, la Antigua o la de Santa María Magdalena, y Monasterios como el de San Francisco y San Pablo. Con la ampliación, la entrada a la ciudad se podía realizar por diez puertas, entre las que se encontraba la puerta del Puente, situada en el Puente Mayor, que contaba con una fortificación en el centro para su protección.
Ya en el siglo XVII se levantó la tercera muralla, costeada por gremios que poseían los derechos Reales. La razón era que la población de extramuros contribuyese al consumo y rentas de la ciudad. Cuatro puertas daban el acceso: puerta del Puente, puerta del Carmen, puerta de Tudela y puerta de Santa Clara.
Entre los monumentos desaparecidos destaca la Puerta del Campo o Arco de Santiago, un elemento urbanístico de suma importancia en la historia del Campo Grande. Situada en la calle Santiago en su confluencia con las actuales calles Doctrinos y Claudio Moyano en el primer tercio del siglo XIV, con la segunda muralla de la ciudad. Su importancia se debía a que era el punto al que llegaban todos los caminos del sur, y por ella se salía de Valladolid. Poseía un carácter defensivo y marcaba uno de los límites de la ciudad.
Las murallas se fueron derribando o cayendo y poco a poco se fue urbanizando el espacio de fuera de los muros. A finales del siglo XIX ya no quedaba ninguna puerta. Aún hoy se pueden observar algunos restos de estas construcciones en la calle de las Angustias o en el Prado de la Magdalena.
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