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El Pasaje Gutiérrez, una obra de arte antigua con protagonismo actual

El Pasaje Gutiérrez es una galería comercial colmada de arte en forma de pasadizo que se localiza entre las calles Fray Luis de León y Castelar. Recoge la influencia de las galerías parisinas del siglo XIX. En España solo hay dos ejemplos más de este tipo de arte, el Pasaje de Lodares en Albacete y el Pasaje del Ciclón en Zaragoza.

Eusebio Gutiérrez, un rico comerciante, encargó a Jerónimo Ortiz de Urbina (conocido por ser el autor del colegio San José) comunicar la Catedral y la Plaza Mayor con una galería comercial. El arquitecto tomó como modelo las galerías de Francia, Italia y Alemania y realizó una arquitectura de estilo beaux-artiana, en la que se combinan órdenes clásicos con las cubiertas de hierro y teja de vidrio. Además, incorporó una iluminación novedosa en esa época, gas en globos de luz, y puertas de rejería.

Obras y construcciones destacadas:

La principal escultura —una imitación de la representación de Mercurio de Juan de Bolonia, en honor al dios del comercio— se encuentra bajo la cúpula de cristal que divide en dos tramos la galería, una parte en desnivel, con hall de escaleras y acceso a Fray Luis de León; y otra completamente llana, que sale hacia la calle Castelar.

Al lado de la rotonda que forma la gran cúpula que recoge la escultura de Mercurio se ubican las figuras de terracota que representan las Cuatro Estaciones (alegoría femenina) realizadas en la técnica de paños mojados. El autor, aunque se desconoce, podría ser M. Gossin.

Además de las pinturas de Salvador Seijas que representan temas mitológicos y alegóricos con ornamentación y motivos vegetales, también se puede observar durante todo el recorrido decoración pictórica y escultórica en la que destacan alegorías a las estaciones, al comercio, la agricultura y el arte.

Los techos están realizados en estructura de hierro y láminas de cristal elaborados en la Real Fábrica de Cristales de la Granja y decorados con pinturas al estilo veneciano encoladas en lienzos al propio techo. Aparte del repertorio decorativo, destaca el reloj que se encuentra en una tribuna interior en forma de dosel

Fracaso del proyecto y renovación de la galería:

La idea principal del pasaje era crear una zona de comercio para la alta y media burguesía de la ciudad, sin embargo, no caló entre los ciudadanos castellanos y el proyecto se abocó al abismo tan solo unos pocos años después de su creación. A finales de los años 90 Ángel Luis Fernández Muñoz lo restauró, después de una gran cantidad de años abandonado por sus dueños; y se volvió a remodelar definitivamente en 2010, cuando lo dotaron de una nueva iluminación, mucho más llamativa, para incluirlo en la ruta turística de “Ríos de luz” de Valladolid.

Y es ahora, cuando ha recuperado parte de su encanto y protagonismo, los visitante se paran para recorrer y fotografiar sus pasajes repletos de arte. Además, hay que tener en cuenta que, en 2016, cumple 130 años desde su inauguración (1886), por lo que es el momento ideal para acercarse a comprobar toda su belleza artística.

Gracias a la céntrica situación del Hotel Olid podrás acercarte y deleitarte con su riqueza artística y, por la noche, después de una deliciosa cena en nuestro restaurante, disfrutar de una copa en uno de los bares que encontrarás en el interior del pasaje.